Víctor L. Abajo/Madrid.- Este fin de semana se disputa el Phoenix Open, el San Fermín del golf, un torneo catalogado como PGA pero en el que el deporte es tan importante como la fiesta. El año pasado acudieron al torneo ¡270.000 personas! Muchos de ellos son estudiantes. Casi todos llegan atraídos por una gran discoteca que funciona a pleno rendimiento durante el torneo. Y por la cerveza. Beber y bailar. Y ver un poco de golf. Ése es su plan.
El alcohol hace estragos. El año pasado, un aficionado se puso a bailar y a hacer gimnasia borracho y desnudo por el hoyo 17 (vídeo más abajo). El resultado, cinco días de cárcel y 1.500 dólares de multa.
Otro aficionado, que tiene una pierna protésica, se sumergió en un obstáculo de agua a la pata coja mientras un amigo levantó al cielo ante la algarabía general la prótesis de la pierna izquierda en cuestión.
Especial trascendencia tiene el Hoyo 16. Porque 20.000 de los asistentes se reúnen en las gradas en torno a un par 3 de sólo 140 metros, llamado hoyo estadio y que sin lugar a dudas se convierte en el hoyo más ruidoso del mundo.
Aunque el primer jugador no llega al hoyo 16 hasta las 10 de la mañana y las puertas de las instalaciones no se abren hasta las 7, hay gente haciendo cola desde las 4 de la madrugada para coger el mejor sitio. Porque el hoyo 16 es el hoyo de la fiesta.
Y si se hace un hoyo en 1, la fiesta se desborda. El último que lo consiguió fue en 2015 el italiano Molinari. Fue impresionante la lluvia de latas de cerveza en la celebración. Como manda la tradición.
